Desde el momento en que nos vimos en la necesidad de quedarnos en casa por un periodo de tiempo indefinido, empezaron a surgir todo tipo de pensamientos, sensaciones y emociones. Nos encontramos con nosotros mismos enmarcados por la incertidumbre y cediendo nuestra libertad a los mandos, supuestamente expertos, en el manejo de la crisis sanitaria. Una crisis que sin duda llegó para cambiar nuestra realidad, nuestros supuestos más básicos y la poca o mucha certeza con la que creíamos encaminar nuestras vidas.
Nos convertimos en nuestros propios mejores amigos pero también en enemigos de nosotros mismos a merced de nuestras emociones, y un tanto secuestrados por ellas, nos dejamos llevar por el miedo, el enojo, la frustración, la preocupación, la duda y un sin fin de emociones.
Todo esto no es más que una gama de emociones y reacciones normales, resultado del estrés que una situación tan anormal como una pandemia producen. Así es que, más allá de lo terrible que pueda parecer nuestra actual circunstancia, es importante adoptar una mentalidad que interprete el estrés como facilitador para mejorar el desempeño y disminuir la ansiedad.
Si los seres humanos podemos experimentar reacciones y emociones displacenteras, también tenemos el poder de generar nuestras propias emociones de bienestar.
Hoy más que nunca se vuelve necesario aprender técnicas y estrategias para identificar, regular y usar las emociones a nuestro favor. Desarrollar habilidades para generar resiliencia y salir de las crisis con aprendizajes de vida que nos harán más fuertes y adaptables a los cambios.